Cataluñistán

Dos bandos salvajes sedientos de sangre e irreconciliables, al rebufo del movimiento comunista bolchevique soviético y del nacionalsocialismo alemán e italiano, todos imperialistas, nos llevaron, a un país casi analfabeto, agrario y pobre, a una fratricida guerra civil en España en 1936, hace casi 100 años. Ese fue el logro de la política y los políticos españoles. Pero esto sería agua pasada si el actual presidente del gobierno no hubiese homenajeado y aplaudido la conducta de Francisco Largo Caballero, el mayor instigador del conflicto bélico desde el bando social-comunista, hace unos pocos días, el ególatra nos dijo: “Actuó [refiriéndose a Largo Caballero] como queremos actuar” y lo puso como ejemplo para la izquierda de nuestros días. Es bien claro que el espíritu de la guerra y el enfrentamiento que pretende la aniquilación del adversario permanece en la clase política de la izquierda.

Sánchez elogia al mayor instigador socialista de la guerra civil de 1936

Se necesitaron 40 años de dictadura y sometimiento al bando ganador, que se trasmutó en un nacionalcatolicismo aislado del mundo, “la reserva espiritual de Occidente”, para poder alcanzar un nivel de convivencia razonable entre todos. Historia ficción: ¿qué hubiese pasado si en España hubiera ganado el bloque comunista prosoviético, y el país hubiese sido una colonia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas [URSS]?

Se llegó a un pacto social sensato y esperanzador con la Constitución de 1978, que consagraba un modelo de Estado socialdemócrata y reconocedor de las identidades regionales de España, se le llamó, modelo autonómico, en el que podían sentirse a gusto para desarrollar la vida cotidiana en libertad la mayoría de las personas.

Aún así, pululaban hordas asilvestradas en el norte y este de España, una minoría de españoles, pero mayoría en las consultas populares en sus respectivas autonomías. Unas querían imponer su voluntad con la muerte y el atentado terrorista y otras con el poder empresarial y la adquisición de mayores competencias. Los partidos nacionales de uno u otro color pactaron sus respectivos gobiernos con estos grupos secesionistas que a cambio del chantaje les permitían gobernar con mayor facilidad para sus intereses. Este ha sido el marco político hasta nuestros días.

El nivel de secesión, diría claramente rebelión, se llegó con la proclamación de la República Catalana, “Cataluñistán”, al margen de la legalidad vigente, que llevó a la cárcel a los partidos independentistas en el poder. Incluso el rey Felipe VI y la manifestación del pueblo español en la calle tuvo que salir en defensa de la legalidad, dado el escaso amparo y protección constitucional de los llamados partidos constitucionalistas. Este es el nivel de la política en España.

La violencia del proceso independista no fue una ensoñación

Hoy no existe la internacional comunista de antaño que airean en España los partidos de la llamada derecha. Hoy no existe el nacioalsocialismo, el fascismo que esgrimen en su lucha política los partidos de la llamada izquierda. La política en España es un fraude y un insulto a la inteligencia, porque el acusado frentismo artificial e irreconciliable de la clase política no se corresponde con la vida cotidiana de la gente, que lo que pretende es trabajo y vivir en paz. No existe enfrentamiento en la sociedad civil. La política debería ser un arte para asociar a las personas. Europa ha ido a la unificación de sus fronteras y es cada vez más una unión política, social y económica. Tenemos una moneda única. En definitiva, el aislamiento nacionalista en Europa es un anacronismo primitivo de inmadurez social.

El asunto, si se quiere solucionar de una vez, sería no dejar que Cataluñistán, ese “gamberro del ático” que ha estado imponiendo su voluntad desde hace 50 años, sea quien planifique la vida a todos. No hay otra. Habría que hacérselo saber bien a las claras. La sumisión se ha acabado. Un NO rotundo es la única solución.

Sánchez la mentira personificada

En cambio, Sánchez, el jefe del gobierno de España, genuflexo fraude con patas, nos ha confirmado que le lamerá las botas al independentismo para mantenerse en el poder. Si este taimado timador se arrodilla, y se abre y lubrica las comisuras, para hacerle una mamada imperial al fugitivo o al delincuente del proceso independentista “cataluñistaní”, que se vaya a su casa, porque para un corrupto de su calibre y para su partido, el PSOE, no habrá indulto ni gracia. La medida de gracia sin arrepentimiento empodera al delincuente, le justifica, y confirma su desatino como bueno. Aún más, el PSOE dice que quiere modificar la ley para reducir el castigo y para facilitar así que lo vuelvan a hacer. Este sí es el problema. El problema de España es su clase política, en especial la denominada por ellos, izquierda, no es que la derecha sea un paradigma del buen hacer. Nunca he entendido estos términos, derecha e izquierda, salvo por colocarse un distintivo, al final se trata de conseguir arteramente el poder en base a la propaganda. La «alta política» en España es un sucio trapicheo entre Sánchez, un corrupto moral, y Junqueras, un delincuente.

La sentencia de condena a los líderes del proceso

Ya no sería tiempo de palabras, el diálogo debería ser el mismo que con los terroristas de ETA, de cuando entregar las armas. Todo está dicho, hubo un golpe de Estado, retransmitido en directo y visto por todos. En Cataluñistán no podemos, ni tenemos que, ni debemos poner un céntimo más que el que le corresponde proporcionalmente, y ni tan siquiera más esfuerzo o atención. Cataluñistán debería pasar al “tiempo de la basura” de la política, y al furgón de cola de nuestra vida cotidiana. Cataluñistán ha dejado de ser “cool”, sugestiva y atractiva para muchos. Cataluñistán no es de fiar, no tiene encanto, y ni siquiera negocio, y por el camino que va, no tiene un futuro halagüeño con su proceso, porque es absolutamente antinatural. Yo no pondría personalmente ningún esfuerzo, ninguna empresa ni negocio propio en su tierra en estas condiciones. Cataluñistán nos ha dejado de interesar, debe interesar al pillo de la subvención pública, a ese empresario delincuente subsidiado, al Pujol de turno. Nada se nos ha perdido en una sociedad vulgar y zafia que insulta cotidianamente a la inteligencia. La desafección de esa sociedad con la concordia y la razón es absoluta. Ese sería el camino a más corto o largo plazo, de persistir en el conflicto. La población está harta y asqueada.

El poder del empresariado cataluñistaní es enorme y se aprecia y se despliega en los medios. Debemos ejercer el contrapoder de NO prestar un minuto más de atención, en esos medios, ni a contemplar la fétida propaganda de un programa más, de lo que llaman “un día histórico”, como así lo divulga un tal Ferreras o una tal Pastor, o el grupo PRISA u otros, autoproclamados por sí mismos la esencia del periodismo, para así, y de esa manera, continuar con la divulgación separatista e independentista subsidiada por el empresariado cataluñistaní. La farsa os la metéis en los cojones, diría un castizo. Estaba harto, hasta los nucleolos de los núcleos de las células de los tuétanos de los huesos, de aguantar a tanto tunante. Que el grupo Planeta, PRISA, Mediaset, Mediapro, Atresmedia,…, venda enciclopedias en Barcelona. El “quitocolumnismo” del periodismo cataluñistaní que se vaya a su tierra. Si este es el panorama periodístico de España que le compre el periódico o la televisión el fugitivo Puigdemont o cualquier delincuente cataluñistaní del proceso, yo desde luego no, y si usted es medianamente sensato debería hacer lo mismo.

La política en España es un trapicheo de un corrupto moral y un delincuente

Hay un problema cataluñistaní porque se ha mantenido y se ha alimentado artificialmente por la política. No puedo soportar más a nadie que me venga con la cantinela de que el problema cataluñistaní no tiene solución. El problema cataluñistaní se soluciona de igual manera como se corrige la conducta antisocial del niño malcriado que quiere llamar la atención, ni caso. Ni caso. Negando que existe el problema, porque ya hay una única y clara solución que se llama LA CONSTITUCIÓN española y la legalidad vigente.

La soberanía no se concede, se toma; y el pueblo español tomó hace ya mucho tiempo la soberanía de toda España

La soberanía no se concede, se toma; y el pueblo español tomó hace ya mucho tiempo la soberanía de toda España. El poder político sale del cañón de un arma.  Los españoles nunca perderán su soberanía sobre todo el territorio español. Un problema deja de ser cuando hay una solución, y es bien sencilla, y no hay otra. Así se acabó con el chantaje terrorista de la ETA. Ni caso. ¡Ni caso! No ceder. La solución no es caer en el chantaje, porque alimentas al chantajista. El asunto es no dejar que Cataluñistán, cediendo a su chantaje, nos arruine la vida cotidiana, y siga intentando destruir la justicia, la economía, y la paz social. La soberanía no se regala, ni se pacta, ni se trapichea, y menos por el presidente del gobierno de España.  ¡A los independentistas que los aguante su madre! ¡Ni caso!

*** Nota:

Empleo los términos fantaseados de “Cataluñistán” y “Cataluñistaní” para referirme al colectivo independentista que se quiere apoderar, por la cara, de ese territorio español llamado Cataluña, luego dicen, continuarán con Aragón, Comunidad Valenciana, Baleares, Sur de Francia… No hablo de Cataluña, ni de catalán, porque cometería un gravísimo error, y más grave, una enorme injusticia, porque me estoy refiriendo a menos del 50 % de su población.